La respiración constante del copiloto confirmaba que se encontraba consciente y no permitió la entrada del comandante a pesar de que este trató de derribar la puerta. Tras esto, el avión procedió a descender durante 9 minutos desde los 9000 metros hasta los 1800, cuando ocurrió el impacto.
Según lo que han averiguado los investigadores, Andreas Lubitz, obsesionado con la aviación, había sufrido severas depresiones y supuestamente se encontraba de baja laboral, algo que ocultó a la aerolínea.
No obstante, muchas aerolíneas planean cambiar su protocolo (estableciendo que en todo momento debe haber dos pilotos en cabina) y ser más exhaustivos en sus exámenes psicológicos a los futuros pilotos.
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